lunes, 14 de octubre de 2013

Alejandra Veglio en Mundo Dios



El cuerpo del humano y su escala minúscula que toma la vastedad de la naturaleza y la somete como material, un humano ausente que jugo y vejó dejando los restos del festín como una ciudad bombardeada.
  La danza que recorrió un largo camino y se encontró con la ausencia del cuerpo, petrificada esa danza se convirtió en escultura.
                                                                                                                                                                                          Juan Jose Souto.





























































Obra de Teatro: La Razón Blindada
Dirección: Miguel De Amico
Actores: Fernando Repetto
Gustavo Wilson





TALLERES





domingo, 13 de octubre de 2013

"Desde la alteridad a lo subjetivo" de ADRIANA RODRIGUEZ



"Desde la alteridad a lo subjetivo"














                  De vestiditos olvidados y cuerpos presentes

Texto de Alejandra Veglio sobre obra  de Adriana Rodriguez Giansetto

                                                                                                                     “Les dije suavemente que bebieran vino
                                                                                                                            y que tuvieran un cuarto propio”
                                                                                                                           Virginia Woolf
                                                                                                                                               
Dibujos, objetos, performance, instalación conforman esta Muestra. La artista se mueve cómodamente en la diversidad de registros.  Cada una de las salas da cuenta de ello.
En la sala que podríamos llamar de la memoria,  los vestidos, los bultos funerarios parecen tener su origen en la fotografía, pero la fotografía tratada casi como un objeto encontrado, sin pertenencia y en plena transformación de sujeto en objeto. Sin embargo el alma de la foto,   sigue intacto. ¿Quién resiste la mirada de las niñas olvidadas?
En ese borde entre el paso del tiempo y la finitud es posible reconstruir los cuerpos ausentes tejidos incansablemente en des-memorias.
La sala de lo abyecto está fuertemente referenciada en el Accionismo, en el performance mas extremo. La mirada no es amable, la intención es accionar sobre los límites de la obra y del cuerpo. Sin embargo hay también una búsqueda de revelación, porque si bien los objetos, o lo que queda de ellos, son mostrados después de pasar por un proceso de destrucción, también se transforman, paradójicamente, en  objetos-paridores, dispuestos a dar a luz.
Y finalmente los dibujos de gran formato, última producción, nos remiten a verdaderas situaciones emocionales que evidencian el rechazo a proponer algo que no lleve el sello de la subjetividad. La escala no es más que la consecuencia del gran campo emotivo al cual se lanza como una recordadora. Por otro lado llevan en sí las marcas de los traslados de la artista. “Trigal” da cuenta de ello, la obra está literalmente partida para poder ingresarla al país y se transforma entonces en una acción poética sobre  el viaje como intensificador.

Así, “Desde la alteridad a lo subjetivo” puede leerse como un gran performance, donde la potencia del cuerpo está presente. Esa es la razón por la cual  es posible encontrar el verdadero centro de la obra  en el cuerpo de la artista, cuerpo  como  territorio de disputas,  tensiones e intensidades.







Sobre la obra de Adriana Rodríguez
 Por Natalia Di Marco


Rareza inmaculada; certera extrañeza

                                                                                                 
“En cualquier expresión reconocida como bella debe haber un resto de lo feo, como reflejo de algo que espanta, contra lo que se lucha al aspirar a lo bello: mientras más se aleja ese punto, más se acerca a lo bello”.
                                                                                  Marta Zátonyi[1]



Pareciera que lo bello encontrara su punto, de manera casi insólita en aquello que puede ser liberado, o librado de algo, es decir lo bello ya no es solo una categoría estética sino que se redefine cuando alcanza en su máxima expresión alguna posible verdad de lo que algo, alguien u hecho no pudiera estar del todo absuelto.
Lo bello aquí ocurre cuando esa verdad se presenta, toma una forma concreta; pero no es una verdad relativa, o cualquier verdad, sino que más bien, es aquella verdad propia solo la cual toma relevancia en la intimidad del pensamiento.
Al concretar esa verdad se ve atravesada por una diversidad de incidencias, incisiones, aberturas, hendiduras que resultan de pasajes o pasadizos hacia aquello que no podría ser dicho de otra manera.
Así, las incisiones intencionales o azarosas producen una aproximación a lo desconocido; aquel terreno en donde lo feo acontece en lo extraño, lo doloroso, lo espantoso; irán ocupando espacios de invisibilidad latente.
Lo feo y lo bello, transgreden los lugares comunes en tiempos contemporáneos; uno vela al otro, pero al mismo tiempo son revelados.
Por ello, las incisiones son recurrentemente diversas en los dibujos, conformando agujeros oscuros e infinitos que anulan el plano de la hoja; en los objetos reaparecen en propiedades blandas como una voluntad más de ser  traspasados, corrompidos;
Todo discurre en un ambiente de rareza, de enajenación de lo real.
Mientras, que esa enajenación de lo real cuestiona “lo único” “lo dado” “lo ideal” “lo verdadero” intensifica al mismo tiempo  la duda, la sospecha, lo que no se ve.
Un juego de la mente que permanentemente carnaliza/canaliza, los miedos, las imposiciones: una vista panorámica de recuerdos.
Aquella invisibilidad que se corporiza arrebata la sospecha de lo incierto.
Y es en esta invisibilidad donde la grieta se ensancha, dejando a la vista lo insólito, lo suspendido, aquello que no cabe en el cuerpo y por ello se vuelve epidérmico.
Aun así, cubrirse resulta paradójico;
Los trajes son permeables, porosos, se humedecen; pensar en traspasar el agua increíblemente deja esa sensación de humedad.
Esa conspiración de invisibilidades que ocupaba a Pizarnik[2].
La rareza inmaculada de los objetos que mutan; y que al mutar conceden al lenguaje, un ausente mediato, o una concesión de nueva vida. Lo alterno, lo raro, lo extraño como posibles certezas a la realidad.



[1] Zátonyi, Marta. Juglares y Trovadores: Derivas Estéticas. Editorial Capital Intelectual. Bs As, 2011
[2] Pizarnik, Alejandra. En esta noche, en este mundo, 1982.



                                        Performance Vocal / Heteronimos - Leo Labbo