domingo, 23 de septiembre de 2012

sábado, 15 de septiembre de 2012

Acerca de “Aura” de Natalia Di Marco



Acerca de “Aura” de Natalia Di Marco

“Aura” es una investigación poética que comienza en una verdulería. Desde este ámbito, en el cual Di marco se posiciona y observa, elige la bolsa de nylon como materia para desarrollar su producción.
En principio el azar parece ser el motor que la “impulsa” a elegir este objeto y no otro en ese contexto, en ese espacio en el cual se desenvuelven acciones cotidianas y en las cuales el objeto-bolsa parece ser el mediador entre una y otra acción. El acto cotidiano de “ir de compras” aparece así, atravesado por una mirada que problematiza la espera y desoculta todas las variables posibles.
Estamos en el camino, ella misma lo plantea, de Duchamp, de Antonio Vigo, de Alberto Greco. El camino cuya investigación ronda al objeto cotidiano, trivial y lo eleva de categoría transformándolo en obra de arte. Hay una señalización de un objeto banal, una modificación que le aporta un valor agregado, lo que Marcel Duchamp llamaba “El Coeficiente del Arte”; el objeto se abre, así, al dialogo, a la negociación y ubica “al que mira” en un lugar privilegiado.
Desde el ready-made mucho se ha dicho en relación al objeto, pero, si la intención de Marcel Duchamp era la anti-obra, ¿Cuál es la intencionalidad de Di marco al proponer la bolsa de nylon como objeto de arte?
Analicemos algunos de las operatorias que ocurren en el hacer: Hay un objeto banal sacado de contexto y al cual se le anula la función al plastificar las bolsas impidiendo su uso. Hay una señalización del objeto cotidiano pero, a diferencia de Greco, este no permanece en su lugar de origen. El objeto se inserta en un espacio de arte transformándolo en obra. De objeto Alpha muta a Gamma, de Sigma deviene en Tau.
Propongo ahora observar su obra, hay dos imágenes: en una de ellas, como ya dijimos, aparece la mano de Di Marco entremezclada con la bolsa, manipulándolas; en la otra aparecen las bolsas plastificadas y colgadas, distantes.
Tomo como referencia estas dos imágenes porque constituyen una polaridad, un eje problemático que me resulta sumamente interesante y, que tiene que ver con los procesos que realiza la artista, y son las variables de: cotidianeidad y extrañeza. Ambas evidentes en las imágenes.
Dando lugar así a un campo sémico sumamente complejo e interesante en el cual me animo a señalar tres aspectos que pueden acercar respuestas posibles sobre la intencionalidad de la obra:
En ese “mientras tanto” en la verdulería, en espera del turno, la bolsa se transforma en el nexo entre las personas pero es también lo que perdura. Es el contenedor, lo que se traslada, lo que llena y se vacía, y, al mismo tiempo lo que permanece. La transparencia del objeto es también la transparencia social, el juego de relaciones e intercambios posibles. La bolsa se transforma en un objeto-relacional, en icono relacional.
En ese juego de relaciones, en ese permanecer la bolsa se erige, además, en testigo de lo que acontece a su alrededor. Permanece, y en este hecho que se remite a su especificidad, se eleva como objeto-testigo, como un objeto con memoria casi como una pieza arqueológica. ¿No es acaso la acción de plastificar la bolsa una manera también de resguardar el objeto? ¿De mantenerlo a salvo como un legado para futuras generaciones? Según Abraham Moles el objeto desafía al tiempo por definición, es lo que se opone a la huida del tiempo. Sin embargo la artista redobla la apuesta. En la operatoria de plastificar excluye al objeto del “circuito de uso”, se interpone para evitar la fatiga del objeto y proporcionarle perdurabilidad a través del tiempo. Como un juego de memoria sobre memoria.
Por último, propongo el objeto como enigma u objeto como extrañeza como otra de las posibles intencionalidades en la obra de Di Marco.
Jean Baudrillard señala en “El crimen perfecto”, que para mantener la alteridad del mundo, la singularidad, es necesario rescatar la extrañeza. “Si existe un secreto de la ilusión, es tomar el mundo por el mundo, y no por su modelo. Es devolver al mundo la fuerza formal de la ilusión, lo cual es lo mismo que volver a ser, de manera inmanente, “cosa entre las cosas”.”[1]
“El enigma es el del objeto que se ofrece en una transparencia total, y que, por consiguiente, no se deja naturalizar por el discurso crítico o estético”.[2]
Es justamente en este no dejarse naturalizar al que alude Baudrillard donde asoman todas las posibilidades del objeto porque es posible correrse de modelos a priori. En ese alejarse del discurso estético el objeto cotidiano es elevado de categoría mediante una operatoria de plastificación que, en clara oposición a la de Duchamp, casi sacraliza el objeto. Así, este objeto cotidiano, contenedor de otros objetos, entra en un campo de extrañamiento. Se transforma en un objeto singular, único, enigmático, un objeto “otro”. Paradójicamente casi en un objeto “auratico”. En el enigma, en la extrañeza, es posible mantener la alteridad, lo singular, que es en definitiva por donde circula la ilusión de que es posible dejar de lado lo idéntico, el reflejo, lo mismo.
Así, a modo de conclusión, podemos “definir” la obra-bolsa de Di marco como un objeto que guarda en si todos los juegos de relaciones; como un objeto con memoria, cuyo ojo permanece siempre abierto; como un objeto de extrañamiento, un enigma destinado a resguarda lo singular, lo otro. Una “cosa entre las cosas”.


                                                                                                                                      Alejandra Veglio










[1] Baudrillard, jean “El crimen perfecto” pag. 122


[2] Baudrillard, jean “El crimen perfecto”, pag. 105